jueves, 5 de diciembre de 2013

TIENES HABITOS MENTALES?? Y ESTOS DOMINAN TU VIDA???


Todos tenemos hábitos que nos son molestos, son molestos a los demás y que terminan por causarnos problemas en nuestra vida de relación o incluso personal.

¿Cómo podríamos clasificar los hábitos?

1. Conductuales

- Son aquellos que involucran el hacer o dejar de hacer algo.

- Cuesta deshacerse de ellos, pues muchos son considerados como vicios (fumar), manías (morderse las uñas) o simple falta de educación (como mascar chicle, subir los codos a la mesa o no bajar la tapa del baño luego de usarlo)

2. Mentales

- Son aquellos que involucran patrones de pensamiento o de intentos de solución de problemas que resultan ineficaces y que incluso empeoran nuestra situación actual.

- Son más complejos de modificar, pues regularmente son inconscientes y tenemos la firme convicción que, al menos en algún grado, son útiles o benéficos.

¿Por qué si sabemos que son dañinos los seguimos usando?

- No es que nos guste la mala vida.

- En algún momento nos fueron útiles.

- Nos liberan de un problema inmediato lo que nos hace “ganar tiempo” para demorar una consecuencia inevitable. Como mentir, por ejemplo.

- Minimizamos o ignoramos el impacto negativo que tienen en nuestra salud mental y en la calidad de nuestras relaciones.

¿Cuáles son 5 de los más dañinos?

- Ser auto crítico cuando tu autoestima está dañada.

- Cuando nuestra autoestima es negativa, es muy vulnerable a cualquier ataque del exterior, pero especialmente a los que vienen del interior.

- Como sientes que algo malo hay contigo, te exiges más que al resto y no quieres fallar o quedar mal, por lo tanto, cada acción que te parece inadecuada será severamente castigada por tu voz interior.

¿Qué te sueles decir cuando cometes un error?

- Se suele pensar que, como se ha “fallado”, es necesario un castigo, pero es justamente este castigo lo que ocasiona que perdamos la confianza en nosotros mismos y nos hace más probable otro fallo a futuro, cayendo en una espiral interminable.

- Es el equivalente a patear a alguien cuando se ha caído y está lastimado en el suelo para que “aprenda a no volverse a caer”.

¿Qué hacer?

Practica ejercicios de auto compasión.

1. Piensa en la persona que más quieres (o incluso en una persona que ha sido invitada a tu casa).

2. Imagina que está exactamente en tu misma situación o que le ha pasado lo que a ti.

3. ¿Qué le dirías?

4. Practica eso contigo.

 

2. Desmotivarte tras haber fallado.

- Se trata de la convicción errónea de que, si has intentado algo y has fallado, cada fallo te aleja más y más de un resultado favorable o satisfactorio.

- Es el famoso “nunca voy a poder”.

- La persona que hace esto no se considera pesimista, sino realista, pues la evidencia, de fracaso tras fracaso, avala su sentir.

- La reacción más común es bajar las expectativas hacia metas más “realistas” o alcanzables, pero esto deja a la persona sintiéndose indigna de cualquier logro mayor y conformándose con aquello “para lo que le alcanza en la vida”.

¿Qué hacer?

- No digas “no puedo”, cambia por “hasta ahora no he podido”.

- Piensa que el método de ensayo y error es sensato y te deja buscar cada vez más nuevas maneras de intentarlo.

- Sin embargo ten cuidado de no estar repitiendo la misma manera cada vez...  haz otra cosa distinta si la anterior no te funcionó, por ilógica que te pueda parecer.

- Date cuenta qué te pudo haber salido mal.

1. Pobre planeación - Indaga o asesórate.

2. Inadecuada preparación - Ensaya o fortalece tus puntos débiles y usa tus talentos naturales

3. Débil ejecución - Práctica.

 

3. Alejar a la gente cuando te sientes más solo.

- El sentirnos solitarios o el que no le importamos a nadie tiene un impacto fundamental, no solo en nuestro desempeño, sino en la vida.

- Un hábito muy común es alejar a la gente que nos quiere ayudar o en la que nos dice que nos quiere.

- Tememos decepcionarlos, que nos decepcionen, lastimarlos o que nos lastimen.

- Los alejamos con nuestra timidez, pesimismo, rechazando sus halagos, quejándonos todo el tiempo con ellos.

- Otra manera es siendo desconfiados, suspicaces o creyendo que no hacen algo por nosotros sin ningún interés oculto o creyendo que se quieren burlar de nosotros.

¿Qué hacer?

- Busca acercarte e integrarte a grupos de personas.

- Acércate a la gente con optimismo, pero guardando tus límites personales.

- Evita las siguientes frases:

1. A dónde tu quieras.

2. Me da lo mismo.

3. Lo que los demás digan.

4. Aquí estoy bien gracias

- Busca temas de conversación alternos que no sean repetitivos o siempre quejándote de alguien.

- Especialmente cuando no has hecho nada para remediar la situación.

 

4. Ceder al impulso de estar rumiando

- Es natural, cuando algo que no nos gusta sucede, tratar de hacer un repaso mental de los hechos, así como de las posibles alternativas no tomadas, con la finalidad de prevenir errores futuros.

- El error es quedarse atrapado en pensamientos repetitivos que no lleven a ningún aprendizaje y que incrementan nuestra tensión.

- Este hábito mental nos conduce hacia la pasividad y desmoralización

¿Qué hacer?

- Cada vez que te sorprendas rumiando o “cilindreándote” sobre un suceso o idea detente, cambia de postura corporal y haz otra cosa.

- No se trata sólo de distraerte, sino de romper el hábito de rumiar que, la mayor parte de las veces, es inconsciente.

 

5. Alejarnos de otros cuando nos sentimos culpables, en vez de buscar reparar la relación.

- Cuando hemos pensado o hecho algo que puede lastimar a otros, sentimos culpa o vergüenza.

- Como lo más común es que no sepamos pedir disculpas (solemos usar un “ya perdóname sí?”), y menos solemos buscar reparar el daño o validar el sentir del otro (con un “no es para tanto” o un “ay que delicadito me saliste”)

- La relación queda lastimada y eso incrementa nuestra culpa, pues el otro se porta “raro”, aún a pesar de haber dicho que nos disculpaba.

- Como el otro no nos ha perdonado de corazón, o como nuestra culpa es muy grande, solemos alejarnos de la persona ya sea culpándola a ella por ser tan duro y no perdonar, o ya sea por la excesiva vergüenza que sentimos.

- El alejarte de la persona impide la reparación del hecho y por lo tanto contribuye al deterioro de la relación, incluso a su ruptura.

¿Qué hacer?

- Si has sido tú el que ha cometido la falta, persevera razonablemente en buscar el perdón del otro.  

- Quizá no has pedido perdón de una manera adecuada, por eso sientes que el otro “sigue raro”.

- Una manera eficiente de pedir perdón sería:

1. Reconocer lo que hemos hecho.

2. Reconocer que esto lastimó al otro.

3. Hacerle saber que no fue nuestra intención

4. Pedir perdón.

5. Comprometernos ante el ofendido a buscar evitar que se repita el hecho.

6. Indagar si hay alguna manera en que podamos reparar el daño hecho o hacernos cargo de nuestra acción.

7. Si es así, y estamos de acuerdo, hacerlo.

 

Si has sido tú el afectado y no has podido perdonar y te alejaste del ofensor, sólo asegúrate que sea para ponerte a salvo de nuevos daños u ofensas y no una manera de ejercer presión mediante el chantaje emocional o de desplazar tu frustración por resentimientos pasados sobre este hecho.

 

Si presentas de manera repetida más de uno de estos hábitos mentales:

- Reconoce que su mayor efecto es lastimar nuestra salud mental y la calidad de nuestras relaciones.

- Reconoce que estos sólo nos terminan por alejar más o por lastimar a las personas que más queremos y, por consecuencia, a nosotros mismos.

- Date cuenta que aunque de momento puedan serte lógicos o creer que de alguna manera te son benéficos, de ninguna manera lo son.

- Busca fortalecer tu autoestima para no tener que verte en la compulsión de hacer uso de ellos de manera reactiva.

- Busca ayuda profesional si sientes que has caído en un círculo vicioso y estás atrapado sin salida.

 

Recuerda que es importante lo que sientes, 

pero también es importante lo que eliges hacer con lo que sientes.

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