Nos quejamos de lo que nos
pasa, de nuestra condición, de lo mal que nos trata la vida o de la mala suerte
que tenemos. ¿Pero hasta dónde nuestro comportamiento inmaduro, infantil,
irresponsable y temeroso es cómplice de lo mismo que nos quejamos?
El marco de referencia
infantil:
Sensación de
dependencia
- Toda
opinión se vuelve un camino.
- Todo
deseo de otros se convierte en una orden.
Sensación de impotencia
- No
importa cuánto protestes, nada de lo que tú quieres se hará.
- Nada
de lo que hagas cambiará el rumbo de tu vida.
Miedo al abandono
- Al
no comprender una mente adulta, el niño teme que cualquier error, cualquier
cambio en el clima, sea la causa de que le dejen de querer.
Sensaciones y emociones
sobre las que te sientes imposibilitado para actuar
- Enojo,
frustración, tristeza y desesperación sobre la que no sabes cómo actuar.
- Reacciones
impulsivas: te encierras, gritas, dejas de hablar, golpeas cosas, te agredes a
ti mismo, llanto interminable.
La búsqueda infinita de
los padres que vengan a consolarte
- Como
adulto buscas a tus padres en otras relaciones.
- Pero
cuando los encuentras te enteras que nunca son como los fantaseaste y te
desilusionas una vez más.
Eliges la fantasía
sobre la realidad y así no haces nada por adaptarte a ella
- Prefieres
el suave e implacable veneno de hacer como que nada pasa antes de asumir que el
suelo bajo tus pies es duro y que debes aprender a amarrarte los zapatos.
Insatisfacción
permanente
- En
vez de pedir lo que quieres usando el lenguaje, haces berrinches cuando no te
dan lo que esperas, pero que no sabes pedir.
El miedo a crecer:
Miedo a asumir
responsabilidades
- No
te sientes capaz
- Temes
a la crítica que descubra tu deficiencia.
Evitación de asumir las
consecuencias de nuestras decisiones
- Temes
el castigo, el desamor por tus fallos.
Miedo a decidir y
equivocarte
- Temor
a la culpa
- Vergüenza
por no ser perfecto.
- Miedo
a no hacer lo “correcto”
- Terror
al fracaso y no cumplir expectativas
Miedo al juicio y el
consecuente rechazo de los demás
- Crees
que todos te observan, que ya esperas que falles y no ven la hora de echártelo
en cara.
Temor al eventual
envejecimiento y muerte
Los 6 aspectos de la
vida como adulto
1. Racionalidad
- Las
emociones se sienten, se experimentan como resultado de las vivencias y los
propios pensamientos y no siempre puede controlarse cómo y cuándo han de
presentarse.
- El
adulto es capaz de reconocerlas, modularlas internamente y actuar con absoluta
responsabilidad con base en su integridad, valores y principios.
- El
infante reacciona en proporción a lo que siente sin racionalidad alguna,
basándose en sus miedos y necesidades.
- Un
adulto es capaz de distinguir entre el proceso emocional y el proceso racional
y tiene la habilidad de elegir entre funcionar basado en emociones o basado en
decisiones”. (Murray Bowen)
2. Metas
- Un
adulto se establece metas y actúa en consecuencia para lograrlas.
Establece sus prioridades en la vida.
- Un
adulto es más congruente con lo que dice y lo que hace.
- Una
actitud infantil involucra desviarse constantemente de lo planeado, ya sea por
desilusiones, por las opiniones de otros o por “nuevos proyectos” (pero dejando
todo inconcluso).
- Es
como un niño que deja los juguetes tirados y el juego a medias por irse a jugar
con la pelota nueva que acaba de ver.
- Una
actitud infantil deja de lado lo que es importante para sí mismo.
- Un
niño puede dejar de comer por irse a jugar o dejará de hacer la tarea por ver
la tele.
3. Equilibrio
en las relaciones
- Un
adulto busca equidad en sus relaciones, basándose en la reciprocidad.
- En
una relación infantil, se asume o el rol de padre (buscando controlar al otro)
o el rol de hijo dependiente (creando una fantasía de falsa protección y
seguridad).
- Una
relación adulta no usará el chantaje emocional como un modo de obtener ventajas
o lo que se desea del otro.
- En
una relación infantil el método de culpas y castigos es un juego común.
4. Proactividad
- Un
adulto es proactivo (no espera que otros decidan o hagan para él actuar) y
asertivo (dice lo que quiere y lo que no; lo que le gusta y lo que no).
- En
un modelo infantil se esperan instrucciones, que otros empiecen y los fracasos
se atribuyen a la inacción de los demás.
- Cuando
a un adulto se le presentan problemas éste busca soluciones.
- Una
reacción infantil espera a que le digan qué hacer.
- Un
adulto busca ayuda cuando siente que no tiene las habilidades y capacidades
necesarias.
- En
un modelo infantil se buscan soluciones a necesidades emocionales sin resolver
del pasado.
5. Apertura
- Un
adulto no se sentirá ofendido o lastimado ante la retroalimentación o la
crítica. Es capaz de escuchar todo tipo de comentarios, analizarlos y
aprovechar los que le hagan crecer y mejorar, así puedan ser negativos.
- En
una actitud infantil el enojo, la defensividad y la justificación son las armas
de que se echa mano ante la menor de las críticas.
- Un
adulto tiene una perspectiva objetiva de sus talentos, de sus deficiencias y en
general tiene una visión realista hacia sí mismo con relación a los demás.
- Una
visión infantil puede subir al cielo o bajar al infierno en un segundo.
- Un
adulto es capaz de sostener un punto de vista propio de manera firme, pero también
aceptar cuando se ha equivocado.
6. Conciencia
- El
adulto está plenamente consciente que, aunque hay una gran cantidad de eventos
causales e impredecibles, el destino de su vida está principalmente en sus
decisiones y modos de actuar.
- Un
adulto sabe que las emociones limitantes y ciertos pensamientos pesimistas se
presentan sin previo aviso en un día ordinario, pero también sabe que tiene el
poder de contrarrestarlos con objetividad o con la ambición de cambiar la
situación actual.
- Un
adulto se hace cargo de cambiar cualquier comportamiento o característica que
le desagrade de sí mismo como el sobrepeso, una adicción o una reacción
repetitiva e impulsiva que empeore sistemáticamente una situación.
- Si
siente que no puede, un adulto reconocerá esto y buscará ayuda con quien sabe
que tiene las competencias necesarias para hacerlo.
Levántate, sécate las
lágrimas y hazte cargo de tu vida; mira a tu alrededor, nadie está ya
dispuesto a hacerlo por ti.
Muy buen post. Besitos
ResponderEliminarLamentablemente ¡¡¡SI!!!
ResponderEliminarSí, vivimos como adultos, aunque por momentos, quisiera volver a ser niña...
ResponderEliminarUn beso grande, Ariadna, buen finde!
Sandra
Hola Ariadna, la verdad que nos hacemos adultos pero siempre llevamos esadependencia infantil en algunos aspectos desde el momento que debemos tomar una desicion, no somos capaces de hacerlos por si solos, siempre buscamos el apoyo , el refugio, como cuando niños, y la realidad que deberiamos ser capaces de tomar la vida de otra manera,con madurez, pero la comodidad siempre sale a relucir, un abrazo amiga y muchas bendiciones con amor.
ResponderEliminarMuchas veces nuestra edad mental queda un poco a tras de lo que es nuestra edad verdadera, y no creo que sea tanto inmadurez si no formas de vivir la vida de maneras diferentes, de acuerdo a las experiencias vividas y contextos donde nos desarrollemos.
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