Todos tenemos hábitos
que nos son molestos, son molestos a los demás y que terminan por causarnos
problemas en nuestra vida de relación o incluso personal.
¿Cómo
podríamos clasificar los hábitos?
1. Conductuales
- Son aquellos
que involucran el hacer o dejar de hacer algo.
- Cuesta
deshacerse de ellos, pues muchos son considerados como vicios (fumar), manías
(morderse las uñas) o simple falta de educación (como mascar chicle, subir los
codos a la mesa o no bajar la tapa del baño luego de usarlo)
2. Mentales
- Son aquellos
que involucran patrones de pensamiento o de intentos de solución de problemas
que resultan ineficaces y que incluso empeoran nuestra situación actual.
- Son más
complejos de modificar, pues regularmente son inconscientes y tenemos la firme
convicción que, al menos en algún grado, son útiles o benéficos.
¿Por qué si sabemos que
son dañinos los seguimos usando?
- No es que nos
guste la mala vida.
- En algún
momento nos fueron útiles.
- Nos liberan de
un problema inmediato lo que nos hace “ganar tiempo” para demorar una
consecuencia inevitable. Como mentir, por ejemplo.
- Minimizamos o
ignoramos el impacto negativo que tienen en nuestra salud mental y en la
calidad de nuestras relaciones.
¿Cuáles son 5 de los más
dañinos?
- Ser auto
crítico cuando tu autoestima está dañada.
- Cuando nuestra
autoestima es negativa, es muy vulnerable a cualquier ataque del exterior, pero
especialmente a los que vienen del interior.
- Como sientes
que algo malo hay contigo, te exiges más que al resto y no quieres fallar o
quedar mal, por lo tanto, cada acción que te parece inadecuada será severamente
castigada por tu voz interior.
¿Qué te sueles decir
cuando cometes un error?
- Se suele pensar
que, como se ha “fallado”, es necesario un castigo, pero es justamente este
castigo lo que ocasiona que perdamos la confianza en nosotros mismos y nos hace
más probable otro fallo a futuro, cayendo en una espiral interminable.
- Es el
equivalente a patear a alguien cuando se ha caído y está lastimado en el suelo
para que “aprenda a no volverse a caer”.
¿Qué hacer?
Practica ejercicios de
auto compasión.
1. Piensa en la
persona que más quieres (o incluso en una persona que ha sido invitada a tu
casa).
2. Imagina que
está exactamente en tu misma situación o que le ha pasado lo que a ti.
3. ¿Qué le dirías?
4. Practica eso
contigo.
2. Desmotivarte tras haber fallado.
- Se trata de la
convicción errónea de que, si has intentado algo y has fallado, cada fallo te
aleja más y más de un resultado favorable o satisfactorio.
- Es el famoso
“nunca voy a poder”.
- La persona que
hace esto no se considera pesimista, sino realista, pues la evidencia, de
fracaso tras fracaso, avala su sentir.
- La reacción más
común es bajar las expectativas hacia metas más “realistas” o alcanzables, pero
esto deja a la persona sintiéndose indigna de cualquier logro mayor y
conformándose con aquello “para lo que le alcanza en la vida”.
¿Qué hacer?
- No digas “no
puedo”, cambia por “hasta ahora no he podido”.
- Piensa que el
método de ensayo y error es sensato y te deja buscar cada vez más nuevas
maneras de intentarlo.
- Sin embargo ten
cuidado de no estar repitiendo la misma manera cada vez... haz otra cosa
distinta si la anterior no te funcionó, por ilógica que te pueda parecer.
- Date cuenta qué
te pudo haber salido mal.
1. Pobre
planeación - Indaga o asesórate.
2. Inadecuada
preparación - Ensaya o fortalece tus puntos débiles y usa tus talentos
naturales
3. Débil ejecución
- Práctica.
3. Alejar a la gente cuando te sientes más solo.
- El sentirnos
solitarios o el que no le importamos a nadie tiene un impacto fundamental, no
solo en nuestro desempeño, sino en la vida.
- Un hábito muy
común es alejar a la gente que nos quiere ayudar o en la que nos dice que nos
quiere.
- Tememos
decepcionarlos, que nos decepcionen, lastimarlos o que nos lastimen.
- Los alejamos
con nuestra timidez, pesimismo, rechazando sus halagos, quejándonos todo el
tiempo con ellos.
- Otra manera es
siendo desconfiados, suspicaces o creyendo que no hacen algo por nosotros sin
ningún interés oculto o creyendo que se quieren burlar de nosotros.
¿Qué hacer?
- Busca acercarte
e integrarte a grupos de personas.
- Acércate a la
gente con optimismo, pero guardando tus límites personales.
- Evita las
siguientes frases:
1. A dónde tu
quieras.
2. Me da lo mismo.
3. Lo que los
demás digan.
4. Aquí estoy bien
gracias
- Busca temas de
conversación alternos que no sean repetitivos o siempre quejándote de alguien.
- Especialmente
cuando no has hecho nada para remediar la situación.
4. Ceder al impulso de estar rumiando
- Es natural,
cuando algo que no nos gusta sucede, tratar de hacer un repaso mental de los
hechos, así como de las posibles alternativas no tomadas, con la finalidad de
prevenir errores futuros.
- El error es
quedarse atrapado en pensamientos repetitivos que no lleven a ningún
aprendizaje y que incrementan nuestra tensión.
- Este hábito
mental nos conduce hacia la pasividad y desmoralización
¿Qué hacer?
- Cada vez que te
sorprendas rumiando o “cilindreándote” sobre un suceso o idea detente, cambia
de postura corporal y haz otra cosa.
- No se trata
sólo de distraerte, sino de romper el hábito de rumiar que, la mayor parte de
las veces, es inconsciente.
5. Alejarnos de otros cuando nos sentimos culpables, en vez de
buscar reparar la relación.
- Cuando hemos
pensado o hecho algo que puede lastimar a otros, sentimos culpa o vergüenza.
- Como lo más
común es que no sepamos pedir disculpas (solemos usar un “ya perdóname sí?”), y
menos solemos buscar reparar el daño o validar el sentir del otro (con un “no
es para tanto” o un “ay que delicadito me saliste”)
- La relación
queda lastimada y eso incrementa nuestra culpa, pues el otro se porta “raro”,
aún a pesar de haber dicho que nos disculpaba.
- Como el otro no
nos ha perdonado de corazón, o como nuestra culpa es muy grande, solemos
alejarnos de la persona ya sea culpándola a ella por ser tan duro y no
perdonar, o ya sea por la excesiva vergüenza que sentimos.
- El alejarte de
la persona impide la reparación del hecho y por lo tanto contribuye al
deterioro de la relación, incluso a su ruptura.
¿Qué hacer?
- Si has sido tú
el que ha cometido la falta, persevera razonablemente en buscar el perdón del
otro.
- Quizá no has
pedido perdón de una manera adecuada, por eso sientes que el otro “sigue raro”.
- Una manera
eficiente de pedir perdón sería:
1. Reconocer lo
que hemos hecho.
2. Reconocer que
esto lastimó al otro.
3. Hacerle saber
que no fue nuestra intención
4. Pedir perdón.
5. Comprometernos
ante el ofendido a buscar evitar que se repita el hecho.
6. Indagar si hay
alguna manera en que podamos reparar el daño hecho o hacernos cargo de nuestra
acción.
7. Si es así, y
estamos de acuerdo, hacerlo.
Si has sido tú el
afectado y no has podido perdonar y te alejaste del ofensor, sólo asegúrate que
sea para ponerte a salvo de nuevos daños u ofensas y no una manera de ejercer
presión mediante el chantaje emocional o de desplazar tu frustración por resentimientos
pasados sobre este hecho.
Si presentas de manera
repetida más de uno de estos hábitos mentales:
- Reconoce que su
mayor efecto es lastimar nuestra salud mental y la calidad de nuestras
relaciones.
- Reconoce que
estos sólo nos terminan por alejar más o por lastimar a las personas que más
queremos y, por consecuencia, a nosotros mismos.
- Date cuenta que
aunque de momento puedan serte lógicos o creer que de alguna manera te son
benéficos, de ninguna manera lo son.
- Busca
fortalecer tu autoestima para no tener que verte en la compulsión de hacer uso
de ellos de manera reactiva.
- Busca ayuda
profesional si sientes que has caído en un círculo vicioso y estás atrapado sin
salida.
Recuerda que es
importante lo que sientes,
pero también es
importante lo que eliges hacer con lo que sientes.
Creo que todos hemos andado por esos caminos.
ResponderEliminarBesos